Prólogo:
Un cuento espacial
No
por tener alas puedes volar en el mar,
ni
por tener aletas nadar por el aire,
no,
eso seguro que no.
Solo
puedes entrar y rozar el aire,
el
mar, y los elementos un instante,
y
volver al lugar de donde perteneces.
"Me pregunto si hay vida inteligente más allá..." haciendo referencia a más allá de sí mismo a la par que en la tierra. Él es el pájaro que decide caminar solo. Cuando vas solo te cuesta más volar que si vas en grupo porque tienes más viento en tu contra, y si decides caminar es porque no tienes prisa. Miras al espacio exterior, y miras el cielo, y ves más allá que ningún otro pájaro libre ha visto antes. Y no te puedes evitar preguntar: -¿Habrá vida inteligente más allá?
Y
como te gustaría salir de dudas piensas en cómo podrías contestar.
"¿Se tiene que ver el más allá de más cerca, no? Así que se
te ocurre un plan para acercarte a ver mejor. Decides irte a lo más
alto de la ciudad. Al lugar más alto. Ves muchas casas altas,
edificios desde donde puedes divisar terrazas más altas. Pero un
campana suena mucho más allá, mucho más alto que donde estabas y
decides poner rumbo hacia allá. Cuando te das cuenta, empiezas a
pensar que desde la catedral seguro que no lo verás mejor, además,
ya hay muchos intentando mirar desde ahí, pero parece que el reflejo
del dorado Sol les impide ver más allá, les ciega tanta
luminosidad.
Otra
idea que surgió fue ir al edificio más alto, aquel rascacielos del
centro tan importante, pero otra vez, y esta vez peor, muchísimos
cuervos no contentos con intentar mirar más allá que nadie, miran
de reojo a otros rascacielos más pequeños cuando puede que ellos
quieran lo mismo, pero sin menoscabar a los que están más abajo
intentando mirar entre un día de nublados rascacielos. De estos
había unos pocos cuervos, ya que de lo oscuro que es su traje la luz
los calienta demasiado como para que el calor les hiciera sentir algo
diferente que la sensación agobiante de ser ellos mismos, notando su
cuerpo con cada gota de sudor resbalando por su negro plumaje.
Incluso
desde el Everest hace demasiado frío como para poder pensar más
allá, en vez de solo sentir dentro ni llevando trajes naranjas ni de
ningunos colores.
Para
cuando atardecía yo y unos cuantos llegábamos a una pequeña cima
verde y natural. Bajo la montaña nubes. Nubes bajo nuestros pies...
Introducción
a la ciencia ficción:
Un gallo criado entre gallinas, separados al nacer, que no produce huevos lo tienen encerrado, y finalmente deciden liberarlo. Al final se lo come un lobo, y muere también cruelmente entre las fauces de este, pero ¿no es así como debería de ser?
Yo
cuando pienso en grajas pienso en un granjero cuidando a sus gallinas
y que se ha descuidado a la hora de seleccionarlos y está encerrado
improductivamente el pobre gallo, no me lo imagino como el holocausto
de las aves como las explotan en las granjas y acaban en el matadero
después de haber pasado torturas inimaginables. Y sino sirve para
hacer nugets.
Por
eso no puedo ser capaz de imaginar tanta brutalidad y falta de
"humanización" y por eso hago del mundo una idealización
de la realidad o, más bien, el camino ha seguir. Y si los
alienígenas vienen para llevarse nuestras vacas os aseguro que es
para salvarlas
Pensé,
"Voy a ser el primero en hacer contacto con vida inteligente
alienígena, a ver si luego me matan por eso." y luego resulta
que no. Prefería morir de una forma difícil, por el FBI, la CIA o
los técnicos de investigación aeroterráquea español porque lo que
es inteligencia militar por aquí hacía falta. Somos muy del CSI,
pero apenas tenemos dos astrolabios que den noticia en pantalla en el
telediario.
En
una de mis salidas nocturnas para perderme con el coche por la
montaña encontré un telescopio con una antena estretoscópica
también -o así sonaba a mi- abandonada a la suerte del que la
encontrase pa' él.
Lo
cierto es que quien hubiera estado aquí no recogía desde hace
tiempo, pensaba entrando por la puerta. Huellas de coches habían
fuera marcadas en el barro como esperando, y no por mi coche que
aparqué lejos en unos matorrales sin recordar ahora mismo si cerré
o no con llave. La puerta metálica golpeaba tras mi paso dejando una
habitación lúgubre y con un olor a podredumbre y ratas mojadas por
alguna alcantarilla cercana. Se respiraba la humedad del ambiente,
pero olía como rancio y ácido al mismo tiempo, tanto que invitaba a
taponar con los dedos las fosas de la nariz con el propósito de
dejar de respirar. El problema se pasó entonces a la boca ya que
este olor se podía hasta saborear. Di a la luz. Y vi cómo gusanos
masticaban alrededor del agujero dejado por la trayectoria de una
bala entre ceja y ceja que resultó alojarse impactada en la pared
metálica, al otro lado del sillón del que supuse que era científico
debido a su bata blanca tintada con tonos rojos oscuros.
Me
acerqué hasta la mesa donde estaba el estetoscopio gigante y divisé
en el cielo algo gigante. Era un planeta verde. Pero con pocos
aumentos. Decidí cambiar eso girando una ruedecilla en el
macroscopio y entendí la catástrofe. La catarsis del científico
pudo ser revelada. ¡Había vida inteligente al otro lado!
Pero
esto, claramente había sido un asesinato. Alguien habría entrado,
alertándose del inmediato descubrimiento hecho público de alguna
forma ante los medios de comunicación y fuerzas gubernamentales -que
vaya terminación para alguien que trabaja de funcionario chupando
del bote- habían irrumpido y le habrían asestado tal rápido
disparo certero que ni él mismo habría podido reaccionar de otra
forma que con miedo. Se le veía en la pose congelada en el instante
de su muerte. Sufriría un rigor mortimer cuando apretó el
gatillo. Por lo que, seguramente, estarían de camino para llevarse
al cadáver que permanecía impasivo por su boca tan abierta y un ojo
entreabierto cuando el otro estaba cerrado. Algo les habría hecho
tener que salir y marchar para poder encargarse de limpiar la zona.
Quizás se encargasen de eso los CSIs y esto quede en un susto para
la prensa quien por supuesto habría borrado a tiempo toda prueba
evidente de vida más allá... en otra Tierra. ¿O habrán sido los
extraterrestres los que lo habrían matado al verlo? No lo descarto,
quizá eran tan majestuosos o extraños que sufrió un shock en el
instante... a no, que murió de un disparo.
Quién
sabe, quizá pudo haberse dado la vuelta en su sillón de ruedas y el
origen de la trayectoria del disparo fuera otra...
Una
nota del por lo visto religioso y creacionista científico estaba
encima de la mesa: "Si encuentro vida inteligente me pego un
tiro." Aunque quién lo diría, más bien parecería un apuesta
rusa con uno mismo por su tal respuesta tan exagerada. ¿Habrá
estado así con cada planeta al que habría estado mirando y
observando por primera vez en la historia del espacio?
Ciencia
Ficción
"El
mundo estaba rodando como de costumbre en la oficina. El dinero
seguía fluyendo y yo no daba crédito."
-Hola, buenas.
-Por favor, siéntense. -mientras se estrechaban la mano.
-Venía con mi amigo que ya está un poco mayor para hacer una póliza de seguro de vida. Tiene un trabajo un tanto arriesgado...
-Pero eso no se lo digas.-replicó entre dientes.
-Díganmelo a mi, que soy banquero. Bueno, para empezar haremos un simulacro.
-¿De incendios?
-Hmmm, no.
-Ahora eres tú el que deberías cerrar el pico. -rechinaba.
Al otro lado, en el despacho abierto continuo se podía ver una cola y en primera fila un alien siendo rechazado su solicitud de préstamo.
-Lo sentimos, no es solvente.
Seguido de un rugido inanimado, inhumano e infernal, la criatura se cogió y engulló entero al hombre trajeado que se encontraba al otro lado en un sillón negro reclinable con ruedas, sin dejar más que un mocasín sobre la mesa.
-Le voy a hacer una serie de preguntas y usted debe responder relajadamente. -con total sinceridad, y rápido.
-¿Profesión?
-No.
-¿Fuma?
-Sí, gracias.
-¿Tiene hijos?
-Pues no lo sé.
Giró la pantalla e hizo ver a sus clientes por cuánto les saldría la gracia mensualmente.
-Esto cubre el seguro por accidente. Se le paga el doble si es transporte público. Espera, no, ha cambiado la norma vigente. No, cobraría lo mismo.
-Bueno, muchas gracias señor. -respondió estrechamente. -Creo que tenemos que pensarlo detenidamente.
-¿Pensar? ¿Qué tenemos que pensar? ¿Y si me ahogo en la piscina, o me caigo en la cantera de azufre?
-Hola, buenas.
-Por favor, siéntense. -mientras se estrechaban la mano.
-Venía con mi amigo que ya está un poco mayor para hacer una póliza de seguro de vida. Tiene un trabajo un tanto arriesgado...
-Pero eso no se lo digas.-replicó entre dientes.
-Díganmelo a mi, que soy banquero. Bueno, para empezar haremos un simulacro.
-¿De incendios?
-Hmmm, no.
-Ahora eres tú el que deberías cerrar el pico. -rechinaba.
Al otro lado, en el despacho abierto continuo se podía ver una cola y en primera fila un alien siendo rechazado su solicitud de préstamo.
-Lo sentimos, no es solvente.
Seguido de un rugido inanimado, inhumano e infernal, la criatura se cogió y engulló entero al hombre trajeado que se encontraba al otro lado en un sillón negro reclinable con ruedas, sin dejar más que un mocasín sobre la mesa.
-Le voy a hacer una serie de preguntas y usted debe responder relajadamente. -con total sinceridad, y rápido.
-¿Profesión?
-No.
-¿Fuma?
-Sí, gracias.
-¿Tiene hijos?
-Pues no lo sé.
Giró la pantalla e hizo ver a sus clientes por cuánto les saldría la gracia mensualmente.
-Esto cubre el seguro por accidente. Se le paga el doble si es transporte público. Espera, no, ha cambiado la norma vigente. No, cobraría lo mismo.
-Bueno, muchas gracias señor. -respondió estrechamente. -Creo que tenemos que pensarlo detenidamente.
-¿Pensar? ¿Qué tenemos que pensar? ¿Y si me ahogo en la piscina, o me caigo en la cantera de azufre?
Salíamos
de la oficina, y un alienígena era arrestado por la policía
nacional por el atentado contra la seguridad e integridad del banco
universal más importante de la zona. Un acto nada recriminable, la
verdad.
-Las leyes están para cumplirlas. ¿Hace falta que le lea sus derechos en su idioma o entiende perfectamente el español?
Sacando su lengua de camaleón y negando con su cráneo alargado cual casco apretado en la cabeza de Marge Simpson, produjo un sonido de absorta negación. No se supo nunca más del banquero a quien se había zampado. Por lo visto los jugos gástricos de estos seres de más allá de la vía láctea, eran tan rápidos en la digestión como potentes y eficaces.
-No doy crédito... -señalaba un banquiero alperiodista tras el atentado alien en el Banco Intergaláctico.
Mi compañero murió, y sus últimos deseos antes de morir fueron “No deseo una tumba bonita, ni ramos caros, prefiero que os lo gastéis en prostitutas espaciales en mi nombre y que corra por mi cuenta el polvo estelar que os echéis.” Tras su funeral, y el acto de celebración en una capilla, fue incinerado. Su ataúd de madera de caoba con un tono rojizo le envolvía cual envoltorio de chocolatinas marcianas.
-Las leyes están para cumplirlas. ¿Hace falta que le lea sus derechos en su idioma o entiende perfectamente el español?
Sacando su lengua de camaleón y negando con su cráneo alargado cual casco apretado en la cabeza de Marge Simpson, produjo un sonido de absorta negación. No se supo nunca más del banquero a quien se había zampado. Por lo visto los jugos gástricos de estos seres de más allá de la vía láctea, eran tan rápidos en la digestión como potentes y eficaces.
-No doy crédito... -señalaba un banquiero alperiodista tras el atentado alien en el Banco Intergaláctico.
Mi compañero murió, y sus últimos deseos antes de morir fueron “No deseo una tumba bonita, ni ramos caros, prefiero que os lo gastéis en prostitutas espaciales en mi nombre y que corra por mi cuenta el polvo estelar que os echéis.” Tras su funeral, y el acto de celebración en una capilla, fue incinerado. Su ataúd de madera de caoba con un tono rojizo le envolvía cual envoltorio de chocolatinas marcianas.
Al otro lado de la incineradora, se encontraba un extraño extraterrestre que realizaba horas extra. Debido a la creciente criminalización y mortificación hasta la extenuación de los esclavos humanos de la tercera y cuarta edad que se mantenían como robles en pie tras una fuerte ventisca y nevada producida por un día común de eléctricos nubarrones. Este ser pelaba y trituraba los huesos de todos los difuntos que por allí pasaban sin convertirlo mas que en excrementos alienígenas. En lugar de las cenizas directas, se devolvían los restos calcinados en un tarro de porcelana china barata mientras que el ataúd se reciclaba.
Como
cada año, por el día de todos los santos, iba a visitar a mi amigo
al cementerio local, donde no había sido enterrado. Lo sabía. Pero
era la única forma que tenía de ir a rezarle a alguna parte y
entregarle su respectivo ramo de flores. Era un cachondo, sabía que
era alérgico, pero lo hacía por joder. Tampoco las habrías podido
oler.
Unas extrañas flores, convertidas de las petunias, una alteración genética juntada con violetas.
Unas extrañas flores, convertidas de las petunias, una alteración genética juntada con violetas.
El
enterrador parecía un ser de lo más común y normal de entre los
enterradores. Tenía un abundante bigote grisáceo, una gorra y un
tono bastante pálido de piel para ser un trabajador diurno,
sosteniendo su barbilla sobre su pala, hacía noche junto a la verja
de la entrada mientras otras señoras mayores terminaban el día de
los muertos vivientes haciendo la velada en vela de madrugada.
Cuando
hubieron recogido, y la cera se fundió en un manto rosáceo
derretido sobre la lápida de piedra que tapaba algunas inscripciones
echas, surgía de entre los árboles un ente con forma de árbol que
se movía lentamente pero seguro por cada tumba enterrada. Hincaba su
pico inferior en la tierra cual árbol ata sus raíces en tormenta al
suelo para terminar degustando con gusanos, tierra, ropa y todo los
restos sin vida de los difuntos. Santos inocentes y no tan inocentes
dejados a su suerte bajo tierra de una Tierra invadida por seres de
otros planetas.
Recordaba
estar en un bar tomándonos algo en lo que yo consideraba que era
“nuestro siglo”.
“-¿Te
has preguntado alguna vez cómo cortarán verduras en el espacio?”
-¿Qué?
No. ¿Hay verduras en el espacio? Frescas, me refiero.
-El problema es que si hay, que las plantarán digo yo, necesitan una superficie para apoyarlas que le afecte la gravedad.
-¿Y no se quemarán de los rayos del sol? Digo yo...
-El problema es que si hay, que las plantarán digo yo, necesitan una superficie para apoyarlas que le afecte la gravedad.
-¿Y no se quemarán de los rayos del sol? Digo yo...
Un
astronauta español hablaba por teléfono mientras aterriza en la
luna y otra nave pasaba de fondo a lo lejos.
-Si
tío, ¡Alunizando estoy! Como te lo digo.
-¿Es
posible que nos mezcláramos dos formas de vida con principios
diferentes? ¿Una terrestre y otra extraterrestre?
-Nunca
lo sabremos...
-"Antes
de preguntaros si los aliens estarán ahí para orientaros,
preguntaron si los mosquitos (moscas y demás seres) no está ahí
para o por algún motivo. Luego ya podréis pensar cómo tratar a las
criaturas con las que os encontréis."-relpicó el dueño del
bar espantando moscas.
-Y
cuando miro no vuelven a estar ahí:
<<Aliens,
en la cama, en todos lados, por todas partes. Nos han invadido hace
mucho tiempo, yo ya lo sé.
Miro
al borde de mi cama y han desaparecido, pero sé que estaban ahí
hace un momento apuntándome con su arma supersónica.
Y
aparecen y desaparecen porque tienen la voluntad y la tecnología
para hacerlo, para teletransportarse si hace falta desde su nave
nodriza
para
atemorizarme.
-¡Qué
alunizaje! Digo, aluzinante.
-No
tiene que ser gracioso, es lo que me pasa a mi a diario. Y me obligan
a dormir en contra de mi voluntad.>>
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