viernes, 6 de junio de 2014

Maldito soñador

Llegué a tu puerta, bajo tu ventana, para sorprenderte y oí a alguien. Ya era demasiado tarde para quedadas. Y habías hecho ya avanzar el juego bajo mi atenta mirada. Se burlaba de los inocentes que creen en el amor a primera vista, y yo sin mi guitarra con la que llorar no recitaba porque no podía hacer más que no dar crédito de la razón que tenía... mi estupidez, esa cosa que dicen que no tiene límites. Creo que fue un científico, y con razón. Y si yo soy humano, pues también.
Hay que estar loco para no creer en el amor, pero hay que estarlo mucho más para pensar que pueda ser eterno.
-Maldito soñador, qué se habrá creído. -le gritaba a una película de la tele.
-¿Qué dices? -la imaginé algo molesta.
-¡Ni que estuviera escuchándonos!

Si cada palabra duele como un puñal punzando un corazón serían esas: "Maldito soñador". Y yo maldigo el tiempo en el que el azar de los muertos me trajo a de un sueño a la vida ya que esta se me detiene como el infarto que dan pequeños espasmos en el cerebro involuntarios. Porque pensaba decírtelo con orgasmos. Y ahora soy un solo desecho orgánico del resultado de tu labia pretendida y ligeramente fina que me conquistaba por un momento en tu cama. Un momento en tu cama. Un momento en tu cama.

Olvidaría definir lo que es un momento, y lo que es... es... algo mágico. Nunca había invertido tanto amor en alguien en tan poco tiempo, y que el amor que repartes sea el mismo que te devuelven, como no sea que apuñalé a alguien o empezaría a hacerlo no me siento correspondido. Y las cartas nunca llegan al sitio ni a tiempo. Si lo hubiera sabido, ¿crees que hubiera perdido el tiempo con drogas que desconocía hasta hace un momento? Un momento, sí, pero no el mismo. Todavía no han inventado droga que defina lo que aquello significó para mi un momento, fugaz. Pero siento que te tengo que dejar, siento que no soy fiel no a ti sino a lo que digo, y que una vida enterna, la de tu vida, se te pase por alto en un solo momento no lo permito. No lo entiendo. ¿Cómo es posible que te quiera tan egoístamente que no quiera verte con nadie más? ¿Cómo puedo haber sido tan hipócrita?
-Que bañes tu cabeza, tu cuerpo, y te aclares esas ideas con agua fría.-ordenó replicando su compañero de piso marchando.
Maldito soñador se iba refunfuñando en voz baja y ausente. Sabía que lo decía. Nos conocemos de hace tres meses.
Bajo el grifo del agua fría nada cambiaba, seguía pensando que tenía que seguir mis instintos felinos que le llevan a mi corazón a hacer lo que ha hecho. A morir bajo un lecho de agua fría. Y ahora nunca imaginaría morir con agua caliente.
La corriente seguía su curso de toda la vida. Hasta la bañera llegaban atisbos de vida para descomponer los residuos naturales que podrían perfectamente pudrirse con el agua con el tiempo. Y en lo único que pensaba su compañero es en la sandwichera.
-¡Joder! Ya no voy a poder almorzar nunca más.