viernes, 13 de septiembre de 2013

Una noche en el Sværga (paraíso) con mi mujer Lata desha

Puedo ver cómo tu cabello recorre eses como mareado intentando llegar dando tumbos en círculos hasta el suelo pero se conforma con contonearse al son del viento cuando este osa arrebatármelo de mis manos. Puedo sentir la brisa de tu suspiro de desesperado aburrimiento previo a un jadeante y contínuo nervio de hacerlo mordisqueando tu labio más juguetón hasta que me frenas salvaje con un No que dice Sí.
¿Acaso no llevas en vena, inyectado hasta tus ojos blancos, en sangre, la mirada penetrante que ansía una satisfacción y no se conforma con ver espectante sino que decide penetrarme? ¿Por qué no? Me preguntaba yo. Si esas carnes contoneantes me piden a gritos que la extasie, que la extasie, como suena la palabra, extasie, que la extasie, cómo suena la frase que la extasie y la repita como esta misma frase.
Puedo usurpar el trono de aquel al que dejas de lado cuando no estás con él, y ahora estás conmigo, a la espera de que pase y a la desespera de entrar por tu boca como de ella salen mis palabras que aclamaran como a todos los dioses pero siendo yo solo ese uno y esta silueta de la comisura hipnotiza cuando sonríes picajosa cuando te provoco picardía y sabes que lo sabes. Y sé que sabes cuando sonríes y sigues subida como tu falda a mis brazos t tus piernas a mis pies que ya tardo en poner sobre tu regazo.
Recostados como solo yo sé dejas caer tus manos sobre mi cabeza y las yemas sobre el pecho, tuyo o mío, ya da igual porque somos todo uno jugando consigo mismo. Pero quieres más, y yo también, y no podría parar aunque me parasen. Y me paro para mirarte, qué digo, te levanto de golpe de la butaca y te lanzo la mirada después de lanzarte contra la cama dejando la marginada mirar donde desearía estar cualquiera ahora. Y yo, no contento con el deseo, porque nunca estoy contento, aterrizo sobre tu espalda chocando contra tu culo bien puesto que apreto con las nalgas hacia adelante y te retuerces aún sonriente como puedo verte cuando giras el cuello, y si de verdad sabes cómo acabará esto te girarás para poderte ver. Y lo haces. Y ahora estaré presa por tus piernas, y más allá de tus caderas, igual que me embabarán tus turgentes pechos cuando tenga el talento para dejarlas a ellas al aire no sin antes besarte el cuello, después de la cara; después de otros muchos besos que ya no significan nada. Incesantes y paladeantes amantes que se esconden entre tus mejillas por un rostro de infarto, el que culminaría este placer incesante. Y así fue, y así es, no quiero sentir tu corazón, pero lo siento, entre un pecho y otro lo oigo sonar, de hecho, al ritmo que el mío y pretende jugar a entrelazarse con el tuyo mientras van en aumento como tus ms y mugidos hambrientos que esperan a que baje hasta tu nombre y no hace falta decir más.
Mi mujer lata-desha. Ella era dos mujeres en una, una padmini araña como shankini, pero prefiere una tarde soleada cierva contra toro. Un día o dos después de luna llena, y cuatro o cinco, a eso desde las doce empezábamos a jugar hasta las tres de la madrugada cuando empezó todo y duró hasta tres horas.


Sabes que no tienes nada que perder y vas dudando de para qué vienes hasta que llegas y no hay vuelta atrás.
Sabes con quién te encuentras pero tardarás en saber con quién te vas a encontrar.
Nada es diferente, todo suena como antes. La puerta, la casa, la terraza y la cama.
Has sentido más veces de las reales que estabas ahí, y que si por algún azar del destino llegaras a confundir los sueños con la realidad, no serían muy distintos de aquello que trataste más de una vez imaginar, pero mejor.
No sabes nada, hablar de experiencia no es para ti nada más que recordar.
Para mi hablar de experiencia es saber improvisar, saber qué va a pasar, porque tengo que saberlo antes de que lo puedas imaginar. Y así es. Y así fue.

Nunca imaginarías cómo empezaría todo, pero así está; aunque he de reconocer que yo tampoco.
No puedes concebir algo que no sea amor, pero sabes que la espera es lo más parecido al sufrimiento y al amor, pero sí que puedes pensar en algo grande con amor. Y con cariño, ternura, acaricio con mis dedos una mejilla sin saber que yo al primer plato, falto de desgana, muerdo de la carne de ternera cual carnívoro cautivando a su presa. No podrías mas que desear saber dónde iría a parar los dedos que deslizo, con los que acaricio tus labios.
Si crees que flotar a un palmo del suelo es levitar, es porque nunca has sentido que volabas de verdad. Pero para empezar a volar de verdad hay que estar preparado. Y tú lo estabas en ese momento.

Y empezaban unas guerras de caricias que empezaban por las rodillas que dormían hasta los dedos gordos de los pies izquierdos. Y el otro tobillo te hace recordar que lo tendrás pronto cerca de la cara, pero no te quieres preocupar por posturas incómodas sabiendo yoga. Y te dejas guiar como mejor sabes por los besos, los dedos recorriendo tus muslos hasta que sientes tu cuerpo estremecerse y erguirse en la cama, y te aprisiono comprimiendo tu cuerpo con el mío. Pero puedes, y puedes espirar como quieres, pero lo haces lento y en forma de caricia al viento, y un susurro que sube por tu pecho izquierdo hasta que estoy en tu cuello. Y no contenta con eso, me produces espasmos en el oído con gemidos pretendidos, pero honrados. Y poco a poco me deslizo hasta tus labios, y te beso suave, solo respirando tu aliento, retorciendo el brazo mordiéndote primero te huelo el pelo que acaricio con mi mano. Y mi linga como mi lengua en tu boca se abre paso hasta el fondo, despacio. Yo tumbado sobre tu yoni rebuzno.

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