miércoles, 28 de agosto de 2013

Encerrado de por muerte

  • Creo que mi vida empieza aquí. O no sé muy bien si termina, pero por fin saldré de este sitio.
Día 1: mis sospechas terminan tristemente por confirmarse. Este será el primer día de mi vida encerrado. No sé cuanto tiempo podré aguantar antes de morir de hambre.
Día 2: ha sido una enorme sorpresa que la cárcel que me aprisione sea la que me proteja de los misteriosos peligros que acechan ahí afuera.
Día 3: llevo un tiempo cediendo por el hambre al chantaje con mi opresor. Si es cierto que me se me está acabando el agua, he cedido a probar las únicas semillas rancias que me dejan tomar.
Día 4: He visto una posible escapatoria, pero aún tengo mucho por pensar.
Día 5: tengo un compañero, no hace nada más que imitar mis movimientos. Creo que acabaré volviéndome loco.
Día 6: Hoy me han abierto las puertas para cogerme y sacarme a la fuerza, pero mis ansias de libertad se han visto mermadas por una fuerza invisible que no me dejaba avanzar. Finalmente he vuelto a la jaula.
Día 7: se ha acabado la comida y esta podría ser mi oportunidad para salir de aquí. En cuanto lo cambien podré escaparme y salir. Es el momento. Está el balcón abierto esta vez. ¡No! ¿Qué hacen? Acaban de cerrar... es igual, no te rindas. Abortar el plan no sería más que retrasar lo inevitable.
Primero el pico, luego la cabeza, las alas y el resto de plumas hasta la cola. ¡Estoy fuera! ¿Y ahora qué hago? ¿A dónde voy? Se han dado cuenta de mi presencia. Nunca he tenido tanto pánico como hoy. Las bestias intentan atraparme, pero es inútil, estoy a punto de cometer una estupidez. Me introduzco por el aire acondicionado. Por aquí tiene que haber una salida. Está oscuro, pero sigo por un canal, solo, sin compañía, saboreando la libertad. Lo único que lamento es no haberme podido llevar a mi compañero de celda conmigo. El aire da a la salida. No puedo creerlo. ¡Soy libre por fin!
El resto de mis días: he encontrado un grupo de periquitos con los que unirme y he conocido a una pájara que me tiene echado el ala, creo que congeniaremos. Encontramos un nido donde poner los huevos después de hacer el amor. Ya seré mayor para seguir aquí, aún tendré que alimentar a mis polluelos, pero pronto podrán valerse por sí mismos, mañana les enseñaré a volar. Solo dos de mis tres polluelos han sobrevivido. El mundo es peligroso ahí afuera, no olvidarán la imagen de su hermano precipitándose demasiado joven, pronto y alocado para aprender a volar... pero tenía el espíritu que lo hizo feliz mientras duró. No sé cómo acabará todo, pero creo que no estoy solo, puede que algún gato . . .